Sukeban

Sukeban es el nombre que la policía japonesa le dio en 1960 a grupos de chicas adolescentes que se movían en pandillas y, significa literalmente chica delincuente.

Yamato Nadeshiko es el término para referirse a la mujer japonesa perfecta, pura y de gran belleza femenina, sobre todo desde el punto de vista masculino, ya que también se usa para mujeres de carácter amable y sumiso, las mujeres que son nacidas y criadas en Japón tienen un encanto diferente, ya que el encanto de la Yamato Nadeshiko en sí es “vivir para el romance”.

Esta actitud y características ahogaban a las niñas y mujeres del país nipón en la década de los 60 del siglo 20, ya que era lo único que se esperaba de ellas. A raíz de esto, surgió algo impensable para los padres y autoridades en ese tiempo, una rebelión.

El movimiento de las Sukeban comenzó desde la estética, ya que en ese momento se había popularizado en Japón el uniforme marinero: camisas de manga larga con faldas debajo de la rodilla y un pañuelo blanco en el cuello.
Para contrarrestar lo que se imponía en las escuelas como un uniforme que enseñaba disciplina y adaptación a la sociedad, las Sukeban lo modificaron de manera irónica. En lugar de ser minifaldas, las adolescentes alargaron sus faldas hasta los tobillos.



Estas chicas no querían ser vistas como algo deseable, ya que el alargamiento del uniforme también era una señal de protesta con un mensaje claro:

  • Peleas con otras bandas
  • Agresión
  • Uso de estupefacientes
  • Acoso escolar

Porque también el honor era importante.  Aunque las miembros de las bandas sukeban se dedicaban a los delitos menores y a enfrentarse a sus bandas rivales, seguían manteniendo un estricto código de justicia. 
Cada banda tenía su propia jerarquía y su propio sistema de castigo: las quemaduras con cigarrillos, por ejemplo, se consideraban una sentencia menor por robar un novio o faltar al respeto a una colega. Dicho esto, aquellas chicas tenían un estricto código moral y se atenían a él. Todas las bandas tenían en común una feroz lealtad entre sus miembros y, aunque estaban cabreadas con el mundo, por lo menos estaban cabreadas juntas.

La Dra. Laura Miller, profesora de la Universidad de Missouri, trabajaba en Osaka durante los años dorados de las sukeban. «Yo las admiraba por rebelarse contra las normas establecidas sobre género y feminidad», recuerda. «Caminando por diferentes distritos pronto quedaba claro que todas procedían de barrios obreros, parecía que su rebelión estaba vinculada al hecho de que sabían que nunca trabajarían en una elegante oficina ni serían objetivo de matrimonio para ningún ejecutivo».

El legado de las sukeban se hizo más grande que la suma de sus partes: Lo que comenzó en una protesta a través de la apariencia contra los estándares sociales, se convirtió en un movimiento juvenil y más tarde de delincuentes, creció —con ayuda de una burbuja económica y de mayor visibilidad en los medios— hasta convertirse en un componente principal del modo en que se retrataba a las mujeres en la década de 1970, que aseguraba que la feminidad y la fuerza no son excluyentes.

A través del surgimiento de las sukeban también llegaron las bozosoku: novias de motociclistas que se habían cansado de estar en la parte trasera de las motocilcetas de sus novios y formaron sus propias bandas de motos.



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