El lobby de Uber

124.000 documentos internos —mails, mensajes de WhatsApp, SMSs, presentaciones e imágenes— sobre las prácticas y estrategias de Uber entre 2012 y 2017 fueron filtrados al periódico británico The Guardian, que compartió los mismos con otros 40 medios de comunicación a través de la ICIJ o Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación.

Casi al mismo tiempo se desveló quién los había filtrado: Mark MacGann, antiguo responsable de las estrategias de lobbying de Uber en Europa, Oriente Medio y África. El lobbysta profesional de 52 años justificó sus acciones declarando que “Yo era el responsable de hablar con los diferentes Gobiernos y los Medios de Comunicación. Yo era el que les decía que esto iba a ser una enorme oportunidad económica para los conductores. Le vendimos una mentira a toda esa gente y yo soy, en parte, responsable".

Más allá de las verdaderas motivaciones de MacGann, los documentos muestran el día a día de Uber cuando la compañía aún estaba dirigida por su co-fundador —Travis Kalanick— y su objetivo era crecer a toda costa. Para conseguirlo, no dudaban en abrir nuevos mercados todo lo rápido que podían, aunque eso significara incumplir las leyes y regulaciones locales sobre transporte de pasajeros.

© Hugo Tobio, dibujolari de Bilbao.
Una vez establecidos, esperaban que su política de hechos consumados condicionara a los políticos y que estos adaptaran las normativas para dar cabida a un servicio como el prestado por Uber, antes que enfrentarse a las protestas de clientes y conductores.
Para asegurarse de que eso acabara ocurriendo, implementaron una estrategia de lobby a gran escala —entre 2014 y 2020 se gastaron 11.000 millones de dólares en grupos de presión, sólo en Estados Unidos— con la que captaron las simpatías de más de 1850 personas, incluyendo a más de 1300 políticos y altos funcionarios, de la talla de Emmanuel Macron, Joe Biden, o Benjamin Netanyahu.

Y para conseguirlo, metieron en nómina a personalidades como Neelie Kroes —vice-presidenta de la Comisión Europea y máxima responsable de las políticas relacionadas con Internet en la Unión— que, durante los 18 meses después de dejar su puesto, cuando se supone que debía tener especial cuidado para no incurrir en ninguna incompatibilidad con sus anteriores cargos públicos, facilitó una serie de reuniones entre Uber y políticos como el primer ministro holandés, Mark Rutte.

Kroes afirma que no hizo nada malo, pero eso choca con lo que revelan los Uber Files, en los que se constata como MacGann advertía repetidamente a sus colegas que debían mantener oculta su relación con la política neerlandesa, recordándoles que era «
altamente confidencial y no debería ser conocida fuera de este grupo».


En España, el principal aliado que consiguieron fue la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia). Entre los correos filtrados en los Uber Files aparecen los de Cani Fernández, abogada y alto cargo del despacho Cuatrecasas, que llevaba los asuntos legales de la compañía en España.


En uno de esos mails, recoge una reunión con Antonio Maudes —entonces responsable del Departamento de Promoción de la Competencia de la CNMC— de la que concluye «
Están claramente a favor de Uber, la regulación y la liberalización del mercado [...]. Continuaremos interactuando con ellos y prepararemos un paquete para que lo estudien y refuercen sus conclusiones».

Esa afinidad con Uber acabó por levantar sospechas en la propia CNMC y seis de los diez consejeros de la entidad reclamaron el cese de Maudes por «
pérdida de confianza». Curiosamente Cani Fernández ha acabado presidiendo la CNMC. Todo queda en casa.

Cuando el lobbying no era suficiente, se intentaba presionar condicionando la opinión pública, algo relativamente sencillo ante la mala prensa del sector del taxi —un oligopolio hereditario regulado por la Administración, como las Farmacias o los Estancos— por culpa de algunos de sus miembros que cometían distintos atropellos, amparados por la seguridad laboral que les daba una licencia que les concedía la exclusividad de prestar el servicio.


En los Uber Files aparecen algunos mensajes del propio Kalanick en los que proponía enviar a los conductores de Uber a las protestas convocadas por los taxistas, aunque eso pusiera en riesgo su integridad física por los más que posibles enfrentamientos, con la máxima de «Merece la pena. La violencia garantiza nuestro éxito».


Tampoco se les caían los anillos por bajar a las cloacas a buscar mierda, si la misma podía favorecer sus intereses. En diciembre de 2014, cuando el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Madrid ordeno el cese cautelar de las actividades de Uber, Elia Ferrer —entonces miembro del departamento de Políticas Públicas y hoy vocal de la Asociación Española de la Economía Digital— sugería «
obtener más información sobre el juez. Necesitamos encontrar sus debilidades y aprovecharlas».

Por si las actuaciones judiciales iban a más, Uber implementó una herramienta denominada Kill Switch que —en caso de registros en sus instalaciones en busca de presuntas pruebas delictivas, bloqueaba a distancia el acceso a los ordenadores— para dificultar al máximo las investigaciones judiciales sobre la legalidad de sus operaciones. Los Uber Files documentan como el Kill Switch se desplegó en al menos 12 ocasiones para obstruir la actuación de la Justicia en Francia, Países Bajos, Bélgica, India, Hungría y Rumanía.


Esta estrategia solo era posible gracias a una ingente cantidad de dinero que la sostuviera. Entre 2012 y 2017, los años documentados en los Uber Files, la compañía levantó 10 rondas de inversión —más de una al año—obteniendo más de 20.000 millones de dólares para financiar sus operaciones e implementar la ya conocida estrategia de «winner takes it all», consistente en reventar a todos los competidores del mercado proporcionando los mismos servicios por debajo de su coste, hasta que solo quedes tú como un auténtico monopolio y puedas cobrar lo que quieras por dichos servicios.


Los Uber Files demuestran hasta qué punto se gastó dinero a paladas para poder trabajar con pérdidas. No es ya que se regalaran a los clientes bonos de 50€ por cada nuevo usuario que trajeran a la plataforma, sino que —por ejemplo— en Madrid, en octubre de 2014, se retribuía a los conductores con 17,50 dólares/hora mientras que la tarifa para los clientes era prácticamente la mitad, apenas 9,10. Desde entonces, la empresa ha suprimido drásticamente los subsidios y ha incrementado la comisión que se queda por cada servicio, lo que ha provocado que los conductores tengan que trabajar entre 10 y 12 horas al día para obtener un salario de 1.000€.


La reacción de Uber ante los Uber Files ha sido disculparse por cualquier acción inapropiada que hubiera podido cometer en el pasado, pero recordando que, desde la sustitución de Kalanick por Dara Khosrowshahi en 2017, estas practicas se erradicaron y el 90% de los empleados actuales de la compañía llegaron después de Khosrowshahi. De una manera o de otra, Uber ha ganado. Hoy es impensable imaginar el transporte de las grandes ciudades sin este tipo de servicios.


Pero, lo que más sorprende es que —como queda retratado en la serie Super Pumped, disponible en múltiples plataformas digitales— no fue simplemente la maldad lo que guiaba a los inversores y empleados de Uber sino una asombrosa ambición y resolución por conquistar el mundo, costara lo que costara, que solo parece posible en una cultura como la estadounidense.


Deberíamos tener más cuidado al glorificar e imitar la misma porque, de la misma manera que es capaz de impulsar logros asombrosos, también crea monstruos.


Bonilla goes lobbista en la bonilista 24/07/2022

Comentarios

Entradas populares