La estafa Theranos

Infancia y juventud

Elizabeth Holmes nació en febrero de 1984 en Washington, D.C. Su padre, Christian Holmes IV, trabajó en Estados Unidos, África y China como parte de agencias gubernamentales como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Noel, su madre, trabajó como asesora personal de uno de los miembros del Congreso de los Estados Unidos. Elizabeth tiene un hermano, Christian Holmes V, quien es el Director de Gestión de Producto de Theranos. Un ancestro suyo fue el fundador de la compañía Fleischmann's Yeast.​ Además, Elizabeth está relacionada con la actriz norteamericana Katherine MacDonald, quien estuvo casada con su tatarabuelo, Christian Rasmus Holmes II, entre 1898 y 1944.

Cuando era niña leyó la biografía de su tatarabuelo Christian R. Holmes, quien fue un cirujano, ingeniero, inventor y un veterano condecorado de la Primera Guerra Mundial. Holmes nació en Dinamarca en 1857 y fue el decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cincinnati, donde existe un hospital con su nombre como homenaje. La carrera de su ancestro inspiró a Elizabeth a seguir la profesión de medicina, pero rápidamente se dio cuenta de que tenía miedo a las agujas.​ Tiempo después Elizabeth comentó que este temor es una de las motivaciones para crear Theranos.

A la edad de 9 años su familia se mudó a la ciudad de Houston, Texas, donde su padre había obtenido un trabajo en Tenneco, una compañía dedicada al diseño y fabricación de distribuidores de aire limpio y sistemas de suspensión para la industria automotriz. Intrigada con el trabajo de su padre en China, Elizabeth y su hermano aprendieron chino mandarín a muy temprana edad con clases particulares en casa.​ Gracias a esto ella pasó su adolescencia en China, y mientras aún asistía al colegio inició un negocio vendiendo compiladores de C++ a universidades chinas.
 
Su familia paterna y materna eran exitosos, poderosos y adinerados y las conversaciones giraban a menudo sobre los logros, las altas aspiraciones, lo bueno de ser ambicioso, los relatos de grandes triunfos familiares y lo penoso de ser un fracasado.
 
“Crecí con esas historias sobre grandeza– le contaría Elisabeth a la revista New Yorker en una entrevista- y sobre las personas que deciden no emplear sus vidas en algo que tenga sentido, y qué les sucede a estas personas cuando toman esa decisión: cómo influye en el carácter y en la calidad de vida de esas personas”.
 
Los veranos los pasaba en Boca Raton, Florida, con su hermano, su madre, sus tíos y su primo David en el apartamento que tenían estos con una hermosa vista del Canal Intracostero del Atlántico. Allí los niños se bañaban en la playa por la mañana y por las tardes jugaban al Monopoly. “Cuando Elisabeth iba ganando, que era la mayor parte del tiempo, insistía en seguir hasta el final amontonando casas y hoteles durante el tiempo que hiciera falta hasta que su primo y su hermano acababan en bancarrota. Cuando de vez en cuando perdía se marchaba furiosa. Y más de una vez atravesó la puerta mosquitera de la entrada principal. Era un primer esbozo de su intensa tendencia con competitiva”, apunta el periodista en su libro.
 
Y en esa misma línea de la infancia, la propia Holmes cuenta que de pequeña “no veía la tele, mis mejores amigos eran los libros. Me gustaban las historias de los líderes que guiaban a los demás”. Un dato: aprendió por sí misma mandarín mientras estaba en la escuela secundaria.  
 
Pasados apenas unos años de esas partidas de Monopoly, Holmes se convirtió en una estudiante aplicadísima, tenaz y con las cosas claras. Quiso seguir las enseñanzas paternas: si quería dejar su huella en el mundo tendría que lograr algo que contribuyera a un bien mayor, no solo a hacerse rica. La joven entendió que la biotecnología ofrecía la posibilidad de lograr ambas cosas, así que eligió Ingeniería Química en la universidad de Stanford.


Stanford

En el año 2002, Elizabeth ingreso a la Universidad de Stanford para estudiar química. Como estudiante de primer año fue nombrada como una de las "Becarias del Presidente" y recibió un estipendio de 3000 dólares para realizar un proyecto de investigación. Fue convencida por su profesor de ingeniería química, Channing Robertson, para usar el dinero para un proyecto en su laboratorio. Adicionalmente complementó el conocimiento adquirido durante la infancia de chino mandarín con cursos de verano en Stanford. Esto le ayudó a obtener una plaza para prácticas en el Instituto del Genoma de Singapur. El instituto se encontraba en ese momento trabajando en desarrollar nuevos métodos para detectar el coronavirus SARS Co-V en sangre o hisopos nasales. Holmes se dio cuenta de que había mejores maneras para realizar pruebas que se realizaban allí.
 
Después de su regreso a Estados Unidos, escribió una solicitud de patente para un dispositivo portátil que podría ayudar a administrar un medicamento, monitorear las variables en la sangre del paciente y ajustar la dosis para alcanzar el efecto deseado. Mostró su solicitud de patente al profesor Robertson, y le dijo que ellos podrían poner un chip para telefonía celular en el dispositivo como una aplicación para telemedicina.​ Finalmente, en septiembre de 2003, Elizabeth presentó la solicitud de patente en Estados Unidos con el identificador 8101402B2 bajo el nombre "Dispositivo médico para monitoreo analítico y suministro de medicamentos". Curiosamente, es en esencia lo que hoy en día se conoce como parche antitrauma.

Un día se plantó en casa y dijo, “no quiero seguir, quiero ganar dinero, voy a dejar la universidad”. Y empezó la fantasía de Theranos.

La estafa Theranos

Elizabeth le propuso al profesor Robertson crear una empresa en el otoño de 2003, cuando ella tenía 19 años de edad y durante su segundo año en la Universidad de Stanford.
Usó a amigos y familiares, que entraron al trapo y le dieron millones de dólares tras oírla hablar con pasión, confianza y convencimiento de su proyecto de startup. Hablaba de anticipar la enfermedad y usaba frases grandilocuentes como “quiero un mundo donde nadie tenga que decir, ‘ojalá lo hubiera sabido antes’”.
Así que Palo Alto, ese lugar en cuya entrada se puede leer “un lugar para los que buscan inventar el futuro”, la acogió enseguida como una de los suyos.

Fundó la empresa Real-Time Cures en Palo Alto, California. Posteriormente, cambió el nombre de la empresa a Theranos (una mezcla de las palabras en inglés para terapia, y diagnóstico, "therapy" and "diagnosis"), porque creía que muchas personas reaccionaban con desconfinza a la palabra "cure". Inicialmente, trabajó en el sótano de la casa de un grupo universitario.​ Un semestre después, se retiró de la universidad para dedicarse a tiempo completo a su negocio, en el cual el profesor Robertson se desempeñó como director de la empresa.

Se suponía que Holmes sería la nueva Steve Jobs. Su idea era transgresora y definitivamente haría de este mundo un lugar mejor. Con su producto, Edison, pretendía reemplazar los engorrosos, caros y traumáticos análisis de sangre tradicionales por unos en los que únicamente haría falta una gota de sangre.
Según la fundadora de la start up, esta máquina revolucionaria podría diagnosticar cualquier enfermedad antes incluso de que el paciente presentara síntomas, pudiendo curarse así con medicina preventiva. El Edison, una máquina portátil similar a una impresora de oficina, era capaz de analizar la gota de sangre y dar resultados con cerca de un 90% de precisión en tan solo 4 horas. Además, los técnicos no tenían por qué ser personal sanitario por lo que se podría llevar en helicópteros, centros médicos ambulantes y realizarse en cualquier lugar por más rudimentario que fuera.

Durante la siguiente década, la compañía creció gradualmente, aumentando sus fondos a 400 millones de dólares gracias a la entidad financiera de capital de riesgo Draper Fisher Jurvetson y a Larry Ellison (expresidente de Oracle), entre otros, llevando a la compañía de una planta de una única persona a 500 personas.​ Durante este período, Theranos operó discretamente, manteniendo un alto secretismo para evitar posibles competidores o inversionistas que podrían financiar a un competidor. 

En el año 2004, la compañía se encontraba autorizada para operar en casi todos los estados de Estados Unidos y ofrecía más de 200 pruebas diferentes y comunes en sangre sin la necesidad de usar una jeringa.​ En aquel momento la compañía contaba con 500 empleados y estaba valorada en más de 9000 millones de dólares, y Holmes mantuvo el control de más del 50% del patrimonio de la compañía.​

En el año 2007 la empresa llevó a tres exempleados ante la corte acusándolos de apropiación indebida de secretos comerciales.
Para el año 2014, Holmes contaba ya con 18 patentes en Estados Unidos y 66 más en el extranjero a su nombre, y había sido incluida como coinventora en más de 100 solicitudes de patentes adicionales.

Holmes fue la mujer milmillonaria más joven incluida en la lista Forbes 400 de los más ricos. Ocupó el puesto #110 y su patrimonio se estimó en 4500 millones de dólares.


El periodismo contra Theranos

La única que la caló desde el principio fue Phyllis Gardner, profesora de medicina en Stanford quien le decía constantemente a Elizabeth que lo que proponía era imposible, pero aun así le presentó al Decano de la Facultad, Channing Robertson, ya que Gardner era consciente de que Holmes tenía mano derecha con los hombre mayores.

Tim Draper, multimillonario e inversionista de riesgo que destinó 500.000 dólares a los inicios de Theranos, es un amigo y vecino de la familia Holmes. Sus hijos crecieron juntos con Elizabeth y en las últimas declaraciones públicas que Draper en 2018 asegura que ella es una visionaria adelantada a su época. De esta manera, al ser Draper considerado como una eminencia en el arte de invertir, los demás grandes inversionistas cayeron en efecto dominó para formar parte de la revolución.

En Theranos todo era un misterio. Los empleados no sabían gran parte del trabajo que estaban desempeñando, los inversores únicamente veían prototipos y versiones mejoradas del mismo y Elizabeth Holmes se empieza a poner paranoica, piensa que todo el mundo le quiere robar su idea.

Walgreens, es una gran cadena de supermercados/farmacia con los que llegan a un acuerdo para hacer los test en cada una de las farmacias a muy bajo coste, algo muy interesante para los consumidores de la cadena. Todavía están haciendo pruebas de laboratorio pero, pesar de ello, Walgreens hace una inversión de 400 millones de dólares sin ni siquiera ver el Edison terminado.

La situación en la empresa empieza a hacerse insoportable. Elizabeth continúa engañando a los inversores y amañando los resultados. Por su parte, los empleados empiezan a darse cuenta que Theranos es un lugar tóxico para trabajar, y cada vez que se quejaban por algo con lo que no estaban de acuerdo, que no cumplía el método científico o directamente incumplía las Leyes de la Física, Holmes lo invitaba a irse con la frase: “Quizás tú no eres una persona para Silicon Valley”. Simplemente buscaban personal que les dijera que sí.  

El caso más extremo, sin lugar a dudas, fue el de Ian Gibbons. Bioquímico de 67 años doctorado en Cambridge, era literalmente el único que tenía experiencia en inmunoensayos. En 2013 se quitó la vida porque no soportaba la presión de Elizabeth, el acoso laboral y el temor de quedarse sin trabajo a su edad. Además, Holmes había añadido su propia firma en numerosas patentes de Ian que podrían llegar a costarle su profesión. Todo esto llegó a este punto, simplemente porque Gibbons le dijo a Elizabeth que el Edison no funcionaba.

El delirio persecutorio de la CEO y fundadora de Theranos iba en aumento. Incrementó la seguridad de la empresa, empezó a vigilar a los empleados, llegándolos a espiar con ‘keystroking’ o lo que es lo mismo, monitorear las pulsaciones de los teclados del personal. Evidentemente, con este ambiente los empleados empiezan a renunciar.

Pese a tener múltiples contratos de confidencialidad, los exempleados de Theranos hablan con John Carreyrou, periodista del Wall Street Journal, quien empieza una investigación de la start up.

Una de ellas es Erika Cheung, técnica de laboratorio que habló con los periodistas y empezó a ser seguida por el séquito de abogados de Holmes.
Tyler Shultz, entusiasta empleado desde los inicios de la empresa y nieto de George Shultz, miembro de la Junta de Supervisores de Theranos, fue el informante clave en el caso Holmes. Shultz, desencantado y agotado de las mentiras, habló con Carreyrou tras despedirse de la empresa. La familia del joven estuvo a punto de arruinarse en gastos legales y fianzas, ya que David Boies, abogado y socio de Theranos, lo asediaba continuamente con litigios. Tyler tuvo que llegar a comprar un teléfono desechable para comunicarse con Carreyrou debido a las prácticas seudomafiosas que utilizaba el gabinete legal de Elizabeth.

Elizabeth no dio ninguna entrevista a John. En 2015, el Wall Street Journal publica el extenso reportaje sobre Theranos, demostrando con múltiples fuentes que la empresa es un fraude. Holmes se lo toma como una lucha personal y empieza a dar entrevistas a diversos medios acusando al periodista de usar declaraciones inventadas a la vez que defiende su producto.

Las quejas de los consumidores iban cada vez más en aumento, así que el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos le retiró los permisos a la compañía. Theranos estaba acabada.


Caída en picado

En octubre de 2016, tras dudas sobre la eficacia de sus test de sangre, Holmes anunció que cerraría sus laboratorios clínicos, despidiendo al 40% de su plantilla para centrarse en su plataforma de investigación "minilab".
Holmes sigue dando entrevistas y en una de ellas afirmó que ella no sabía que el Edison no funcionaba hasta que se lo dijeron las autoridades federales.

En marzo de 2018, la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) dictaminó que Holmes había cometido un fraude masivo estimado en más de 700 millones de dólares, al exagerar durante años sobre la capacidad técnica de sus productos y sobre el desempeño económico de la empresa Theranos. La SEC disolvió Theranos multó a Holmes con 500.000 dólares, 4,6 millones en compensaciones y la imposibilidad de dirigir cualquier otra empresa que cotizara en la bolsa durante un periodo de 10 años. Naturalmente, Holmes apeló a instancias Federales (casualmente coincidiendo este años con la firma del tratado de Denver, que causó que esta estafa en Silicon Valley quedase tapada y sin repercusión).

A pesar de las múltiples demandas por fraude y las deudas que dejó su empresa, Holmes sigue siendo rica. A principios de 2019 se comprometió con William "Billy" Evans, un joven de 27 años heredero del grupo de hoteles Evans Hotels de San Diego. En verano de ese mismo año contrajeron matrimonio en una ceremonia privada y en julio de 2021 nació su hijo, lo que sirvió para conseguir una prorroga al juicio.

En diciembre de 2019 sus abogados presentaron evidencia de expertos de que Elizabeth padecía de enfermedades mentales. Ella se enfoca en que tiene consecuencias psicológicas por violencia, trauma, y victimización. El juez encargado del caso ha pedido a dos médicos gubernamentales que estudien y graben a Elizabeth para contrastar el diagnóstico. 

En 2020 surgió la cepa STAVI II, que se paseó por el mundo hasta 2023, y en 2021 la goblinización puso el mundo patas arriba, haciendo irrelevante la cuestión Theranos. 

El juicio penal que se celebró en el Tribunal del Distrito Norte de California de San Francisco comenzó el 31 de agosto de 2021, después de haber sido retrasado durante más de un año. Debido a que el juicio se extendería durante varios meses, se realizó un complejo proceso de selección de los miembros del jurado, descartando a los que tuvieran cirugías programadas o profesores que no tuvieran sustitutos en sus centros educativos.
Debido a que el juicio se extendería durante varios meses, se realizó un complejo proceso de selección de los miembros del jurado, descartando a los que tuvieran cirugías programadas o profesores que no tuvieran sustitutos en sus centros educativos.

Holmes testificó en defensa propia durante siete días, alegando que fue engañada por el personal de su empresa sobre la tecnología, y que Sunny Balwani ejerció influencia sobre ella durante la relación romántica que mantuvieron mientras ocurrieron los supuestos actos delictivos. La fiscalía presentó pruebas que demostraron el papel de Holmes en los informes de validación falsificados y las finanzas exageradas de Theranos.

El 3 de enero de 2022, Holmes fue declarada culpable de cuatro cargos de estafa a los inversores: tres cargos de fraude electrónico y uno de conspiración para cometer fraude electrónico. Fue declarada inocente de cuatro cargos de estafa a pacientes, y el jurado emitió un "no veredicto" sobre tres cargos de fraude electrónico contra los inversores al no llegar a un consenso. El juez federal Edward Dávila declaró la nulidad del juicio sobre esos tres cargos y la fiscalía aceptó desestimarlos.

El 18 de Noviembre de 2022, se dictaron 11 años de cárcel para Elizabeth, pero antes de la fecha de entrada en prisión, Elizabeth desapareció. Su esposo denunció un acceso no autorizado con sus claves a sus cuentas bancarias, que fueron vaciadas lanzando todo el capital a diversas cuentas repartidas por todo el mundo en lo que parecía una complicada red de cuentas bancarias automatizadas para dificultar el rastreo del dinero.

Holmes nunca ha vuelto a aparecer. Si sigue viva, hoy tendrá unos 80 años


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