El conejo en la luna
Cuenta la leyenda que el dios Quetzalcóatl decidió recorrer el mundo en forma humana para conocer la vida de los hombres y experimentar sus dificultades. Caminó durante días, observando todo, hasta que, agotado, decidió descansar al caer la noche.Mientras reposaba bajo el cielo estrellado, un pequeño conejo se le acercó y lo miró con curiosidad. Viendo que el viajero parecía cansado y hambriento, el conejo le ofreció humildemente su alimento: un poco de hierba. Quetzalcóatl, agradecido, sonrió, pero le explicó que él no podía comer eso. Entonces, el conejo, conmovido por la necesidad del viajero, tomó una decisión trascendental. Le dijo:- Si tienes hambre y nada que comer, cómeme a mí. No soy grande ni fuerte, pero al menos puedo servirte de alimento.Al escuchar estas palabras, Quetzalcóatl sintió una profunda admiración por la generosidad del pequeño animal. No quiso hacerle daño, pero tampoco podía dejar pasar su nobleza sin reconocerla. Así que, en recompensa, tomó al conejo entre sus manos, lo levantó hacia el cielo y lo estampó contra la luna, dejando su silueta grabada en la superficie para que todos los hombres, en todas las generaciones futuras, recordaran su sacrificio y su bondad. Luego, con ternura, bajó al conejo de nuevo a la tierra y le dijo:- Desde ahora, todos podrán verte reflejado en la luna y sabrán lo generoso que fuiste.Y así, hasta el día de hoy, se dice que si miramos con atención la luna llena, podemos ver la figura de un conejo plasmada en su superficie.
Quetzalcóatl, cuyo nombre significa "serpiente emplumada", era una de las deidades más importantes del panteón azteca. Era venerado como el dios del viento, la sabiduría, el conocimiento, la fertilidad y la creación.
Representaba la dualidad entre lo terrestre y lo celestial, pues combinaba la serpiente, símbolo del inframundo y la tierra, con las plumas del quetzal, que evocaban el cielo y lo divino.
Según la mitología, Quetzalcóatl fue el dios que creó a la humanidad con los huesos de los antiguos dioses, mezclándolos con su propia sangre. También se le atribuía la invención del maíz, elemento esencial en la dieta y la cultura mesoamericana. Se le consideraba un ser benevolente, contrario a los sacrificios humanos que promovían otras deidades.
Su figura trascendió y fue adoptada por diferentes culturas, como los toltecas y los mayas. En la cosmovisión azteca, era un símbolo de renovación, inteligencia y equilibrio. Por ello, se explica su papel en esta leyenda como un viajero que observa y aprende de la humanidad, premiando el altruismo y la humildad.

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