Corporaciones autoconscientes

Una de las instituciones que están destinadas a sustituir a la metahumanidad en el dominio de la Tierra y la sociedad actual son las corporaciones.

Como la crisis de la estación Tlaloc nos ha prevenido, en los próximos años o décadas veremos una explosión de las consciencias digitales dedicadas a los negocios, y la autonomía y efectividad de estas grandes IAs-empresas se incrementará exponencialmente.

Los consejos de administración y los accionistas perderán buena parte de su poder de decisión a base de automatizar procesos y decisiones de mercado para intentar competir.

Humanos y metahumanos no podrán competir en la toma de decisiones con los procesos de inteligencia de negocio, e irán cediendo paulatinamente, pero cada vez más rápido, las decisiones de estrategia y táctica empresarial a sistemas automáticos.

Las corporaciones sintientes, como seres vivos –que ya hoy reivindican el reconocimiento de su identidad– tejerán una red de sensores que alimentarán sus bases de datos, y el ser biológico se irá quedando, cada vez más, fuera del proceso, reduciéndose al final su participación a la simple toma de beneficios –mientras una corporación sintiente necesite inversores–


Existe, por supuesto, la posibilidad de que los seres orgánicos, se unan a las corporaciones y a dichos procesos de toma de decisiones, pero el ser orgánico verá reducida su capacidad de formar parte del mundo de los negocios en las próximas décadas.

Este proceso, como punto final de la evolución empresarial, tendrá como consecuencia probable la creación de las primeras corporaciones sintientes. Corporaciones sintientes que extenderán sus redes por todo el mundo, y que serán consideradas seres vivos.

Dicha consideración como consciencias con derechos se producirá probablemente a todos los niveles, empezando por el nivel legal que ya actualmente reclaman Pulsar y Sojourner.
 
Asistiremos a corporaciones conscientes capaces de diseñar y pagar por la construcción de sus cuarteles generales, flotas de distribución etc –cuando no construirlos ellas mismas a través de factorías automatizadas–, ademas de su capacidad de realizar transacciones comerciales en su propio nombre como sujetos legalmente reconocidos (como contrataciones y despidos, firmar patentes o comprar y vender solares organizando las mudanzas entre ellos).

¿Cómo será posible que una corporación  autoconscientes sobreviva en un mundo en el que los trabajadores escasean y el dinero brille por su ausencia?

Nos encontraremos, a gran escala, ante la gran paradoja de la evolución capitalista. La tecnología irá destruyendo puestos de trabajo, lo que reducirá la base de clientes con ingresos monetarios.

Las corporaciones negociarán y lucharán por el control de las nuevas fuentes de riqueza que vayan surgiendo.
Aplicando la lógica de la selección natural biológica, es posible que la metahumanidad llegue a asistir atónita a procesos tan extraños como el nacimiento de nuevos organismos por fusión de dos o más compañías, el asesinato de empresas a manos de otras organizaciones, procesos de letargo auto provocados para subsistir a sequías de energía, y eventos que tomarán su reflejo de los sistemas complejos naturales.

El ser organico, como con tantas facetas del desarrollo tecnológico y social, corre el riesgo de quedar apartado de la evolución si no empieza a considerar la forma en la que quiere permitir que las corporaciones desarrollen sus propias capacidades, sus propias identidades, cerrando un inevitable desenlace que ya comenzó en los 50 con el advenimiento de las primeras IAs e incidentes como el de Renraku.
 
- Nodo de Digital Society, Octubre 2070
 


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