El manifiesto hacker
Hoy han cogido a otro, está todo en los periódicos.
"Quinceañero arrestado en un escándalo de delito informático"
"Hacker arrestado tras asaltar un banco"
Malditos niños. Son todos iguales. Pero tú, en tu psicología de tres piezas y tu tecnocerebro de los cincuenta, ¿miras a los ojos a un hacker? ¿Te has preguntado alguna vez qué le ha marcado, que fuerzas le han formado, qué le ha moldeado? Soy un hacker, entra en mi mundo.
Mi mundo empieza en el colegio. Soy más listo que el resto de los chicos, esta mierda que enseñan me aburre. Maldito fracasado. Son todos iguales. Estoy en secundaria o en el instituto. He escuchado a los profesores explicar por decimoquinta vez como reducir una fracción. Lo entiendo. "No, Señorita Smith, no tengo mis deberes. Los hice en mi cabeza". Maldito niño. Probablemente lo copió. Son todos iguales.
Hoy he hecho un descubrimiento. He encontrado un ordenador. Espera, esto mola. Hace lo que yo quiera que haga. Si se equivoca es porque yo le ordené mal. No porque no le guste o porque se sienta amenazado. O piense que soy un burro listo. No me gusta estudiar y no debo de estar aquí. Maldito niño. Todo lo que hace es jugar. Todos son iguales.
Y entonces ocurrió. Se abrió una puerta a un mundo. Precipitándose por la línea telefónica como heroína en las venas de un adicto, se envía un pulso electrónico, un refugio de las ineptitudes de cada día. Encuentro un embarque. "Aquí es a donde pertenezco" Conozco a todos aquí. En realidad nunca me encuentro con ellos, nunca les hablo, puede que nunca sepa de ellos otra vez. Se todo de tí maldito niño. Ocupando la línea otra vez. Son todos iguales. Apuesta tu culo a que todos somos iguales.
Nos habéis dado de comer potitos en el colegio cuando lo que deseabamos era un filete. Los trozos de carne que dejásteis escaparse pre-masticados y sin sabor. Hemos estado dominados por sádicos, o ignorados por los apáticos. Los pocos que tenían algo que enseñarnos nos encontraron voluntariosos, pero eran pocos como gotas de agua en el desierto.
Este es ahora nuestro mundo. El mundo del electrón y el interruptor, la belleza del baudio. Hacemos uso de un servicio existente sin pagar por él, que podría ser asquerosamente barato si no estuviera gestionado por explotadores glotones, y vosotros nos llamáis criminales.
Nosotros exploramos y nos llamais criminales. Buscamos el conocimiento y nos llamais criminales. No tenemos razas, nacionalidades, ni prejuicios religiosos y nos llamais criminales. Vosotros construís bombas atómicas, declaráis guerras, asesinais, defraudais, y nos mentís, nos tratáis de hacer creer que es por nuestro bien, y todavía nos llamais criminales.
Sí, soy un criminal. Mi crimen es la curiosidad. Mi crimen es juzgar a la gente por lo que dice y piensa, no por lo que parece. Mi crimen es que soy más listo que tú, algo que no me puedes perdonar.
Soy un hacker, y este es mi manifiesto.
Podeis detenerme a mí, pero no podeis detenernos a todos.
Al fin y al cabo todos somos iguales.
Hoy he hecho un descubrimiento. He encontrado un ordenador. Espera, esto mola. Hace lo que yo quiera que haga. Si se equivoca es porque yo le ordené mal. No porque no le guste o porque se sienta amenazado. O piense que soy un burro listo. No me gusta estudiar y no debo de estar aquí. Maldito niño. Todo lo que hace es jugar. Todos son iguales.
Y entonces ocurrió. Se abrió una puerta a un mundo. Precipitándose por la línea telefónica como heroína en las venas de un adicto, se envía un pulso electrónico, un refugio de las ineptitudes de cada día. Encuentro un embarque. "Aquí es a donde pertenezco" Conozco a todos aquí. En realidad nunca me encuentro con ellos, nunca les hablo, puede que nunca sepa de ellos otra vez. Se todo de tí maldito niño. Ocupando la línea otra vez. Son todos iguales. Apuesta tu culo a que todos somos iguales.
Nos habéis dado de comer potitos en el colegio cuando lo que deseabamos era un filete. Los trozos de carne que dejásteis escaparse pre-masticados y sin sabor. Hemos estado dominados por sádicos, o ignorados por los apáticos. Los pocos que tenían algo que enseñarnos nos encontraron voluntariosos, pero eran pocos como gotas de agua en el desierto.
Este es ahora nuestro mundo. El mundo del electrón y el interruptor, la belleza del baudio. Hacemos uso de un servicio existente sin pagar por él, que podría ser asquerosamente barato si no estuviera gestionado por explotadores glotones, y vosotros nos llamáis criminales.
Nosotros exploramos y nos llamais criminales. Buscamos el conocimiento y nos llamais criminales. No tenemos razas, nacionalidades, ni prejuicios religiosos y nos llamais criminales. Vosotros construís bombas atómicas, declaráis guerras, asesinais, defraudais, y nos mentís, nos tratáis de hacer creer que es por nuestro bien, y todavía nos llamais criminales.
Sí, soy un criminal. Mi crimen es la curiosidad. Mi crimen es juzgar a la gente por lo que dice y piensa, no por lo que parece. Mi crimen es que soy más listo que tú, algo que no me puedes perdonar.
Soy un hacker, y este es mi manifiesto.
Podeis detenerme a mí, pero no podeis detenernos a todos.
Al fin y al cabo todos somos iguales.
Loyd Blankenship (The Mentor)
1986, publicado en el ezine Phrack
1990, GURPS Cyberpunk
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